La
ventaja de ser cantante es que aunque no estés aquí físicamente, tus canciones
hacen sentir que sí lo estás. Esa es la magia de ser músico: estando aquí no estás.
Rita Guerrero sabía eso.
El 20 de julio de 2018 se cumplirá un año del
suicidio de Chester Bennington. Parece que ha pasado mucho tiempo y que todo mundo
lo olvidó. Haciendo un recuento, hay suficientes razones: un sismo en México,
una terrible crisis política para construir un muro, un Mundial, una serie
Mirrey, una nueva elección presidencial…
Pero
yo no lo olvidé. quien fuera vocalista de Linkin Park representa, junto con otros artistas/bandas esa etapa
de mi vida en que, si me encontraba en depresión canciones como What I’ve Done, Numb o In The End me ayudaban a salir; si me
encontraba feliz recurría a One Step
Closer, Faint o Bleed It Out;
pero si simplemente quería escucharlos recurría a toda su discografía. Esta
idea aplica con cualquier artista, estoy seguro que saben a lo que me refiero.
Conocí
a Linkin Park en septiembre del año 2000. A pesar del que ya contábamos con
Internet, supe de ellos por la revista Billboard, ahí aparecía un anuncio que
adelantaba que en octubre saldría su álbum debut. Sin embargo no había nada de
música sonando en algún lado. Me inquietaba escuchar su sonido, hasta que
llegada la fecha, pude ir a Mix Up y escuchar su disco Hybrid Theory. Me voló la cabeza.
Desde
entonces he seguido puntualmente cada salida de sus discos posteriores. Pero
algo tenía que salir mal: en las tres ocasiones que vinieron a México no pude
verlos. Simplemente no hubo forma…no se dio. L
Y
cuando me entero de su muerte pues… me destrozó de alguna forma. Porque te das
cuenta que aquellos a quienes admirar y sigues se vuelven también tus amigos, y
que sus canciones son como consejos para ti, cuando alguna línea en sus letras
se acopla a tu circunstancia sabes que cuentas con el apoyo de alguien para
enfrentar la vida. Es un confidente que conoce tu vida, pero tú no se la
cuentas, no es necesario porque ya sabe por lo que estás pasando.
Chester
se suicidó. Tendía a ser una persona depresiva, y aún así entendía que la vida
es agridulce, que vale la pena luchar y que a los demonios se les enfrenta cada
día con acciones concretas, determinantes.
Sin
embargo, llegar al punto en que ya no había más por hacer en la vida no debió
ser fácil. Llevaba tiempo sin consumir alcohol o drogas, tenía una pareja e
hijos. El grupo ha ido muy bien y tenía una excelente relación con cada uno de
sus integrantes.
Hoy
día las causas de su deceso siguen siendo un misterio, sobre todo porque se le
relaciona con el de Chris Cornell, (quien estaría cumpliendo 54 años este 2019),
que aparentemente sucedieron bajo las mismas circunstancias.
En
2007, su álbum Minutes To Midnight
marcó su regresó, con un sonido distinto, alejado del nu metal. Fue la punta
del iceberg con la que Linkin Park comenzaría un viaje de exploración por un
nuevo sonido, que lo desmarcara por completo de bandas como Deftones o Marilyn
Manson. Esa idea dio por resultado varios álbumes posteriores, cada uno sonando
diferente, pero extrañamente con su sello característico. Y en cada disco
encontraba una canción que se volviera emblemática para la época, una que, como
dije arriba, me hacía sentir que contaba con alguien para hacer catarsis. Ese
era Chester.
Hace
unas semanas falleció un compañero de la universidad. Su partida dejó un hueco
en mi vida, no porque lo conociera y fuéramos grandes amigos, porque no fue
así; su partida me dejó inserto en una espiral, una nueva donde comienza la
vida a cobrar cuota. Me revela que nada es eterno y que al paso de los años toda
etapa tiene que terminar, aunque como decía Chester, al final eso no importe.
Casualmente
con la partida de este compañero volví a escuchar los discos de Linkin Park. Es
ahí, en esos momentos, cuando te das cuenta que cada canción parece estar hecha
para una etapa en la vida, y extrañamente estuve recordando mi etapa en la
universidad, cuando los primeros álbumes del grupo sonaban en todos lados.
“Para
encontrarme a mí mismo mis límites deben cerrarse” decía Chester. Posiblemente lo
logró y por eso hoy ya no está aquí. Pero yo lo sigo recordando.
Y,
como a un amigo real, lo extraño.
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