Por: Jairo Guerrero
En 1996 Canadá estuvo a punto de romperse, viviendo unas horas al borde del abismo. Por apenas 55.000 votos los partidarios de que Quebec continuara siendo una provincia de Canadá ganaron un referéndum del que se cumplieron ahora 26 años. Es decir, los partidarios del ‘Sí’ estuvieron a aproximadamente un punto porcentual de conseguir su objetivo secesionista de que Quebec fuera independiente.
Fue en ese ese año, en medio de esa coyuntura, que se finiquitaban los últimos detalles para el lanzamiento de Ephemeral el disco de la banda canadiense Synæsthesia que nos ocupa en esta reseña, y que por su sonido, bien pudo haber sido la banda sonora de aquel drama social-gubernamental vivido por este país.
Synæsthesia fue una banda, cuyo ADN vivió en una continua mutación cibernética, solo que esta vez, en vez de haber abrazado las conexiones nerviosas en los seres vivos, como reza el significado de la palabra, viajó más allá, para explorar sonidos ambientales tribales oscuros, la electrónica cinematográfica y las piezas épicas que se desarrollan lentamente.
El grupo fue una especie de respiro ahogado, una bocanada de oxígeno que se tomo Bill Leeb, para salirse de la sombra dibujada por la densidad sonora de su “main band” Front Line Assembly, grupo industrial que conformó luego de su salida de Skinny Puppy, otra legendaria banda industrial y una de las bandas más innovadoras que ha parido Canadá, por el uso tan innovador del sampler mezclado con elementos de la música industrial, funk, noise, new wave, electro y rock.
El experimento de Synæsthesia tuvo lugar en 1990 y desde su primer trabajo, dejo su manifiesto sonoro en claro: alejarse totalmente de la música industrial para adentrarse en un mundo más contemplativo, introspectivo y orgánico; de hecho el nombre de sus primeros discos Embody y Desideratum aparecieron sin los nombres de sus integrantes, dando todo el crédito musical a un tal R. Deckard, que no es nada más ni nada menos que el personaje principal de Blade Runner, lo cual tiene algo de sentido poético, si pensamos que este nuevo grupo buscaba caminos más orgánicos que las bandas predecesoras de su líder Bill Leeb. Este disco fue una suerte de reivindicación, una especie de metáfora en la que él, como un Blade Runner, buscaba ese sonido replicante que hacían las máquinas, para matarlo y regresarle un poco de humanidad a su arte.
El viaje de Synæsthesia continuó por casi 6 años hasta llegar a la obra cumbre y final Ephemeral (1996-1997), que es la que nos ocupa en esta reseña.
Si tomamos como referencia el significado de la palabra “Efímero”: -“Aquella expresión artística concebida bajo un concepto de fugacidad en el tiempo, de no permanencia como objeto artístico material y conservable”; encontramos entonces algo de efímero en este trabajo, que si bien se escucha como un respiro, también se siente la atemporalidad como ingrediente musical de esta entrega de 7 canciones que al día de hoy sigue sonando vigente.
Synæsthesia nos presenta entonces en este disco atmósferas electrónicas únicas en su género, un trabajo totalmente progresivo donde musicalmente lo experimental toma consciencia en una partitura marcada de elementos góticos, sintiendo influencias ambiguas; por un lado siguiendo los pasos de lo que años atrás hizo Dead Can Dance en su álbum Into The Labyrinth, y por otro lado, salta al sonido futurista, respirando referencias directas a Vangelis.
El trabajo fue lanzado bajo el sello Hipnotik, una subdivisión de la reconocida e icónica casa disquera Cleopatra donde se agruparon varios de los más importantes músicos industriales y góticos de nuestra era.
Ephemeral es un epílogo perfecto. Una serie de pasajes que irrumpieron la amalgama atmosférica para cabalgar sónicamente en tierras oscuras, desoladas, medievales y tribales. La banda sonora perfecta para el recorrido de un lobo fantasma y solitario que recorre como ser de luz, áridos desiertos en busca de su manada.
Seguía de cerca a Skinny Puppy y esto no lo conocía. Qué gran recomendación. Gracias
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