Grabaron un disco a la antigüita y obtuvieron una de las mejores producciones, de gran alcance.
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The White Stripes - Get Behind Me, Satan
2019 / V2 Records
Una de las cosas que siempre me gustan de las bandas que quieren sonar a rock es que al intentarlo, al grabar, siempre buscan retratar la crudeza en su sonido. A veces emulando a las viejas bandas de antaño, a veces con la idea de no sonar digital, pero lo importante es que los riffs, las melodías y la base rítmica te dejan con la sensación de que estás escuchando algo viejo y cuando me dicen, "no wey, es The White Stripes", yo digo "claro, tenían que ser". Y con eso entiendo que sí lograron sonar a rock.
Mantener el minimalismo pero cambiando el sonido no es fácil. A diferencia de Elephant, su disco anterior, este no es tan alternativo. Jack y Meg prefirieron ver hacia adentro y sacar sus influencias más claras para que representen de principio a fin esta producción. El resultado: Get Behind Me, Satan es más orientado al blues, pero a la vez experimentaron con nuevos sonidos como la marimba o el triángulo.
Es, hasta cierto punto, más pasivo, menos guitarroso. Muchos habrían esperado esos riffs espectaculares que les han caracterizado en discos anteriores e incluso en el siguiente. Pero aquí prevaleció la decisión de hacer cosas nuevas para no sonar igual siempre.
De todos modos ¿qué le vas a cuestionar a Jack White? Él compuso, grabó y produjo todas las canciones. Ya desde aquí había pleito con Meg porque -dijo el músico-, ella no hacía nada. Prácticamente tocó lo que él compuso.
Más allá de chismes, Get Behind Me, Satan es un disco poderoso. Deben escuchar con atención la batería de Meg en todas las canciones. Rompe cráneos. Y canciones como Instinct Blues, White Moon o Little Ghost incluyen poderosos acordes de Jack. ¿Y qué tal el riff ronco en Blue Orchid? La marimba y triángulo en The Nurse, el fraseo en My Doorbell o la que bien puede resumir el sonido del disco en su máxima expresión, Take, Take, Take.
A pesar del cambio de dirección en el sonido este disco no demerita su calidad, mucho menos su alcance. Todos nos dimos cuenta que podían entregar grandes producciones con algo tan básico como una grabación a la antigua y terminamos entendiendo que hay más de The White Stripes que Seven Nation Army.
Una de las cosas que siempre me gustan de las bandas que quieren sonar a rock es que al intentarlo, al grabar, siempre buscan retratar la crudeza en su sonido. A veces emulando a las viejas bandas de antaño, a veces con la idea de no sonar digital, pero lo importante es que los riffs, las melodías y la base rítmica te dejan con la sensación de que estás escuchando algo viejo y cuando me dicen, "no wey, es The White Stripes", yo digo "claro, tenían que ser". Y con eso entiendo que sí lograron sonar a rock.
Mantener el minimalismo pero cambiando el sonido no es fácil. A diferencia de Elephant, su disco anterior, este no es tan alternativo. Jack y Meg prefirieron ver hacia adentro y sacar sus influencias más claras para que representen de principio a fin esta producción. El resultado: Get Behind Me, Satan es más orientado al blues, pero a la vez experimentaron con nuevos sonidos como la marimba o el triángulo.
Es, hasta cierto punto, más pasivo, menos guitarroso. Muchos habrían esperado esos riffs espectaculares que les han caracterizado en discos anteriores e incluso en el siguiente. Pero aquí prevaleció la decisión de hacer cosas nuevas para no sonar igual siempre.
De todos modos ¿qué le vas a cuestionar a Jack White? Él compuso, grabó y produjo todas las canciones. Ya desde aquí había pleito con Meg porque -dijo el músico-, ella no hacía nada. Prácticamente tocó lo que él compuso.
Más allá de chismes, Get Behind Me, Satan es un disco poderoso. Deben escuchar con atención la batería de Meg en todas las canciones. Rompe cráneos. Y canciones como Instinct Blues, White Moon o Little Ghost incluyen poderosos acordes de Jack. ¿Y qué tal el riff ronco en Blue Orchid? La marimba y triángulo en The Nurse, el fraseo en My Doorbell o la que bien puede resumir el sonido del disco en su máxima expresión, Take, Take, Take.
A pesar del cambio de dirección en el sonido este disco no demerita su calidad, mucho menos su alcance. Todos nos dimos cuenta que podían entregar grandes producciones con algo tan básico como una grabación a la antigua y terminamos entendiendo que hay más de The White Stripes que Seven Nation Army.
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