Por: Iván Cigarroa
- Es extraño como un grupo puede influir a otros tantos a partir de un disco poco común y atemporal como Pork Soda de Primus en un momento en que la música alternativa se encontraba en pleno apogeo pero no del estilo que este trío marcaba.
Era 1993 y lo que tenía mejor recepción en aquellos momentos era el grunge, pero una de las bondades del rock de esa época era que podía ser tan abierto, tan ecléctico, como fuera posible. El chiste era no sonar al glam rock de los 80, que tantos clones mal hechos arrojó. Así que sorprender con nuevos sonidos era la constante. De ahí que Björk, Blind Melon, Porno For Pyros, Days Of The New, Therapy o Toad The Wet Sprocket despuntaron en aquellos tiempos. Era la era de las oportunidades. Y Primus no se quedó atrás.
En Pork Soda sorprendieron a propios y extraños al incorporar un estilo propio, que sonara a rock, sí, pero que no se limitara ante sus propias barreras, sino que se abriera a más. De ahí el constante uso de mandolina, banjos y cielos; las letras depresivas repletas de humor negro, así como el poderoso bajo de Les Claypool, que destaca de principio a fin.
Pork Soda no lo parece, pero debe ser el epítome del trío californiano, su momento creativo más álgido, el camino que entendieron y tomaron para sobresalir entre la muchedumbre de bandas que querían encontrar el éxito tras lo logrado con Nirvana en 1991. Primus no siguió ese camino pero lograron llegar al mismo lugar que los de Seattle. Claro, sin las altas ventas o giras extensas.
Y digo lo anterior porque no cabe duda que la exposición de los videos en MTV, principalmente los singles My Name Is Mud y Mr. Krinkle, los catapultó al grafo de catalogarlo como una banda extraña, pero con grandes capacidades sonoras, principalmente el bajo de Les Claypool, que si no fuera por Flea de los Red Hot Chili Peppers, en los 90 habría tenido aún más amplio reconocimiento.
Aun así, la variedad de batería, los portentoso riffs de guitarra, y el jugueteo ilimitado de bajos hizo que este disco tuviera un valor agregado a lo quenya de por sí se antojaba como un gran disco. E insisto con los banjos, mandolinas y chelos. Su incorporación volvía más ecléctica la propuesta.
Y líricamente Claypool incorporaba sentimientos oscuros sobre la vida. Por ejemplo, My Name Is Mud es el relato de Mud, un personaje siniestro que mata sin el menor remordimiento. Bob relata el suicidio de un gran amigo, de cómo fue su muerte. Mr. Krinkle da todo el peso al chelo como instrumento principal y da vida a un supuesto genio de la música. The Pressman retrata las andanzas de un reo en prisión. Pero hay otras que esparcen mayor humor: The Air Is Getting Slippery parece una copla sacado de un cuento barato de Disney, Hamburguer Train es un viajezote instrumental de 8 minutos, DMV y Pork Soda incluyen unos poderosos riffs de bajo, y Wounded Knee y Hail Santa aprovechan todo su potencial con banjos y mandolinas.
Sin duda Primus se aseguró de pasar a la posteridad con un disco oscuro y que no ha perdido vigencia. Pero la mejor parte es que aún si haces a un lado las letras llenas de humor negro, Pork Soda es un disco que le dio el estatus a la banda como una de culto, con un bajista poderoso que no dejó morir su proyecto aún cuando se separaron algunos años. Hoy gozan de mayor popularidad por el solo hecho de ser eso, de culto, y de sorprender a más de uno en sis recitales. Discazo.
Primus - Pork Soda
Interscope / 1993
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