¿Hacia dónde más debe ver una banda para ofrecer lo mejor de sí? Definitivamente este disco tiene la respuesta.
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Santa Sabina - Babel
1996 / BMG
El proceso de vida de un ser humano. De eso va, la que yo considero, la obra maestra de Santa Sabina. Un álbum conceptual que desde su concepción tuvo la idea de mostrar de forma poética la agonía y éxtasis de un tiempo finito y definido encapsulado en un envase repleto de huesos, sangre y sentimientos. Vaya, alguien como tú o yo.
Con poesías escritas magistralmente por Adriana Díaz Enciso y Jordi Soler. Babel da recuento del principio al fin de la vida. Con un orden en las canciones especialmente hecho para que tuviera la coherencia letrística. Pasando desde el nacimiento hasta la muerte. Santa Sabina, tal vez se dio cuenta, tal vez no, estaba ante su obra conceptual más grande, una que incluso con el paso de los años se volvió -para los melómanos de hueso colorado y fans más aguerridos- su mejor álbum. No tuvo nada de transgresor como el primero, o la potencia del segundo; pero a cambio, este tiene una profunda introspección, canciones bien estructuradas y a una banda pasando por uno de sus mejores momentos.
Así las cosas, Babel se volvió de culto. Salió en un momento en que la industria ya pedía cambios. Discos Culebra ya no podía sostenerse y la banda tuvo que emigrar a BMG. Al año llegó una nueva ola comandada por bandas de una nueva disquera naciente: Manicomio. La música comenzaba a apuntar hacia otra dirección pero el sexteto seguía viendo hacia adentro. ¿Hacia dónde más debe ver una banda para ofrecer lo mejor de sí? El músico argentino Pedro Aznar se encargó de la producción, que al parecer a la banda no le encantó tanto el resultado; y quién sabe cómo habría sonado de haber quedado como ellos querían pero es un hecho que al final encantó a las masas.
Referencias bíblicas, dedicatorias al amigo fallecido Sergio Hernández Francés y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la vida y la muerte, el reencuentro con uno mismo; todo está implícito en piezas finas como Espejo, Los Peces Del Viento, El Camino Es El Deseo, La Risa De Dios, La Garra, o las poderosas Lamento, Babel, Olvido y El Ángel. Sin duda es un disco inolvidable, referencia obligada para quien se precie de ser un verdadero melómano y un álbum con canciones que los fans siempre van a pedir porque ya saben que Nos Queremos Morir o Azul Casi Morado nunca van a faltar.
Con poesías escritas magistralmente por Adriana Díaz Enciso y Jordi Soler. Babel da recuento del principio al fin de la vida. Con un orden en las canciones especialmente hecho para que tuviera la coherencia letrística. Pasando desde el nacimiento hasta la muerte. Santa Sabina, tal vez se dio cuenta, tal vez no, estaba ante su obra conceptual más grande, una que incluso con el paso de los años se volvió -para los melómanos de hueso colorado y fans más aguerridos- su mejor álbum. No tuvo nada de transgresor como el primero, o la potencia del segundo; pero a cambio, este tiene una profunda introspección, canciones bien estructuradas y a una banda pasando por uno de sus mejores momentos.
Así las cosas, Babel se volvió de culto. Salió en un momento en que la industria ya pedía cambios. Discos Culebra ya no podía sostenerse y la banda tuvo que emigrar a BMG. Al año llegó una nueva ola comandada por bandas de una nueva disquera naciente: Manicomio. La música comenzaba a apuntar hacia otra dirección pero el sexteto seguía viendo hacia adentro. ¿Hacia dónde más debe ver una banda para ofrecer lo mejor de sí? El músico argentino Pedro Aznar se encargó de la producción, que al parecer a la banda no le encantó tanto el resultado; y quién sabe cómo habría sonado de haber quedado como ellos querían pero es un hecho que al final encantó a las masas.
Referencias bíblicas, dedicatorias al amigo fallecido Sergio Hernández Francés y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la vida y la muerte, el reencuentro con uno mismo; todo está implícito en piezas finas como Espejo, Los Peces Del Viento, El Camino Es El Deseo, La Risa De Dios, La Garra, o las poderosas Lamento, Babel, Olvido y El Ángel. Sin duda es un disco inolvidable, referencia obligada para quien se precie de ser un verdadero melómano y un álbum con canciones que los fans siempre van a pedir porque ya saben que Nos Queremos Morir o Azul Casi Morado nunca van a faltar.
Y no, no se me olvida que Rita Guerrero ya no está. Sigo pensando en ella, recordando su activismo y talento y creo que un disco como este es justo lo que vivió, su andar por la vida queda implícito aquí y si bien es cierto que su ausencia sigue notándose en la música, su legado queda en discos como este. Mención aparte merecen músicos de muy alto calibre como Alfonso Figueroa, quien siempre ha dado a la banda ese perfil contestatario, Álex Otaola, uno de los mejores guitarristas en México, Juan Sebastián Lach, que sin duda dio forma al sonido del disco con sus teclados, la maravillosa bateria de Patricio Iglesias, y el clarinete de Rodrigo Garibay, que dio ese toque oriental a Babel.
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