- Una banda que ha sabido traspasar las barreras de la edad. Originarios de finales de la década de 1980 y anclados en el hard rock estadounidense, donde los grupos inventaban tres buenos acordes y un solo de guitarra y con eso hacían una canción, Winger tuvo su cúspide y una estrepitosa caída cuando en el programa de Beavis & Butthead de MTV se burlaron de ellos, y a eso se le sumó que el grupo de nü metal Limp Bizkit los mencionara en una canción refiriéndose a un perdedor.
Kip Winger, el líder del grupo y principal compositor nunca ha dejado de prepararse y llegó el momento en que le habló a su mejor amigo Reb Beach, y sin tener nada mejor que hacer, decidieron reformar la banda. ¿Y a qué suena desde entonces? Si somos sinceros, a lo mismo, sólo que con mucha más madurez, sin la urgencia de tener un éxito en el top 40 y sin estar ansiosos por vender 3 millones de copias como lo fue con su disco debut. Tampoco está la imperiosa necesidad de crear otra power ballad como Miles Away o Headed for a Heartbreak.
Seven es un álbum definitorio. Todo lo que le ha funcionado en su carrera a Winger está aquí: un hard rock inteligente, suficientes cambios de ritmos para no hacer monótonas las canciones, buenos acordes sencillos de recordar, una banda en gran forma física y esas influencias progresivas que siempre le dieron cierto respeto a este grupo, si lo comparabas con sus contemporáneos como Poison o Warrant.
Seven es un disco inspirado. Hay poder, la voz de Kip Winger sigue sonando rasposa sin notarse cansada. Las guitarras de Reb Beach y John Roth continúan inspiradas. Los teclados de Paul Taylor sirven para crear atmósferas nostálgicas y cooperan con el cuerpo melódico de las guitarras. Hay muchos temas que llamarán la atención. Por ejemplo, Proud Desperado, un sencillo muy en su estilo actual: más progresivo, más abierto a la experimentación. Resurrect Me recuerda a su disco Better Days Coming. One Light to Burn es el tema más sucio y rasposo, más enfocado al doom. Voodoo Fire inicia con un inspirado bajo para dar paso a una gran obra de sleaze rock. Broken Glass es la balada desgarradora que no puede faltar. It’s OK es un interesante momento de experimentación vocal, pues a la clásica voz de Kip Winger se le agrega un registro mucho más agudo, que no sé si sea él o algún invitado, pero el contraste se agradece. It All Comes Back Around es su intento de hacer un tema épico con una estructura poco común en ellos.
Winger ya no tiene nada que probar. Su único objetivo en este momento es sobrevivir y ser felices tocando las canciones que siguen llenando recintos en su país. Una banda en pleno estado de consagración, ya no es necesario pedirles que hagan algo diametralmente distinto a lo que ya son. Winger es un concepto, una idea musical. No radicalmente diferente a otros grupos de rock, pero sí con la suficiente honestidad para creerles y aceptarles cualquier cosa que saquen. Lo hacen muy bien.
En este su séptimo disco de estudio promenten continuar con su gran legado. Siguen demostrando ser una banda diversa, con filo, con propuesta y sobre todo, muy entretenida. Uno de los mejores discos de hard rock de este año. A ver si Extreme los pueden superar.
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