Por: Iván Cigarroa
-En 1999 se acabó el mundo. Mi mundo. Y el Y2K, problema informático del año 2000, no tuvo nada qué ver. Sin embargo, previo al final de mis días, hubo un amigo que me acompañó en la travesía con su álbum debut como solista. Sí, Chris Cornell terminaba su relación con Soundgarden y buscaba otros sonidos. Euphoria Morning fue su amanecer sonoro y en mi caso, el soundtrack del final de mis días.
No es nada agradable terminar una relación, sobre todo cuando eres el único interesado y la otra parte no parece importarle tener las cosas al mismo nivel. Ahí es donde Euphoria Morning cobró importancia. No se si para ti, pero para mi significó todo: el apoyo de una amigo a la distancia, la posibilidad de sobrellevar la vida en ese momento... la idea de que el mundo se terminara escuchando un buen disco.
El solo pensar que estaba solo y que el mundo no pasaría del 31 de diciembre me hacía pensar las peores cosas, como que esa chica solo me dio alas sin un fin aparentemente claro, me desechó como si no fuera nada y que me dejó a mi suerte en este plano existencial. A la distancia, solo era un chico que pensaba en el inminente fin del mundo. Si, a ese nivel llegaban las cosas, el miedo era la constante.
Me sentía afortunado de contar con Chris Cornell, entendí y digerí que tras su separación con Soundgarden no había necesidad de seguir por el camino de la banda. La idea de irse por un rock folk psicodélico era más coherente y lo mostró así en los 12 cortes de esta producción realizada por Alain Johannes y Natasha Schneider del grupo Finger Eleven. Una guía de cómo sobrellevarla en esos tiempos, un consuelo para los días de dolor, pero sobre todo, un amigo en forma de CD que me tendió la mano.
Can't Change Me era el ejemplo de la fuerza que no tenía; When I'm Down fue un himno para mí, el blues ideal para embriagarme en cualquier bar; Moonchild y Disappearing One tenían la honestidad de mostrar las heridas; Flutter Girl me mostró el estado en que me encontraba, "estoy bebiendo polvo con los ojos oxidados"... igual que yo; Wave Goodbye fue su despedida al cantante Jeff Buckley, fallecido dos años antes, y también debía serlo a mi tristeza; Follow My Way y I'm On A Mission eran los llamados de Chris a levantarme con orgullo y también los temas más potentes del álbum; Pero quizá fue Preaching the End of the World la que me enseñó que por mucho que el mundo termine, hay que morir con dignidad... para hacerlo mejor al día siguiente.
Obviamente el 1 de enero me hizo sentir ridículo... sí hubo un nuevo día. Aprendí que el mundo sí puede terminar pero de forma cíclica. Ahí terminó una etapa, quizá innecesaria en su contexto, pero importante para forjarme, Y Chris estuvo ahí conmigo; me lo dijo, aunque en su momento no lo entendí. Hoy él ya no está y no saben cuánto valoro el mensaje en sus canciones, la vida está implícita en cada una de ellas. Yo por mi parte sobreviví y tal cual lo dijo Cornell, "ella cambió al mundo pero no me pudo cambiar a mi". Fue lo mejor.
Chris Cornell - Euphoria Morning
A&M Records / 1999
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