-Esta producción me invitó a imaginar en alguna puesta en escena: fuego y danza, un gran espectáculo. Rememoré bailes y obras en las que participe, me hubiera gustado que esos momentos estuvieran musicalizado por los primeros discos de Génesis, Frank Zappa o hasta el mismísimo Alice Cooper. ¡Vaya, que recuerdos!
Cincuenta y cuatro años aproximadamente han pasado, desde que el rostro pintado de Arthur Brown salió a luz en los televisores proclamando: "¡Soy el Dios del Fuego del Infierno!". Mientras lanzaba Fire.
Quizás lo más increíble, es que nadie se imaginó lo que estaba ante sus sentidos: una voz de múltiples octavas, el impulso salvaje y espíritu rebelde de Brown, da muestras de que la edad no ha sido impedimento y presenta éste álbum, grabado con la colaboración del multi-instrumentista Rik Patten.
Este material va por diferentes ramas del Rock, debes procesar la idea de que la llevara sin lugar a dudas al progresivo. Con el toque de las raíces del blues de Brown, la psicodelia, plasmada en los enlaces que, adornados electrónicamente, han entrelazado su trabajo desde principios de su carrera, mejoraron notablemente los conceptos que cargaron su innovador debut desde principios de los 70.
Arrancamos con sonido atmosférico, la explosión del órgano y un grito de guerra, es como Gas Tanks, así es como Brown empieza su nuevo trabajo, la especialidad que le caracteriza, claridad y un gran giro sonoro. Logrando unas líneas, como resultado de la suma entre la explosión y la tranquilidad, es como convergen Coffin Cofession, con una pequeña letanía para dar paso a Going Down, un excelente comienzo dividido en tres canciones.
Tonada acuática, una guitarra en combinación con flauta barroca, es como el sonido se conforma en este recital: Once I Had Illusions (Part 1), mientras el sutil sonido de la batería va surgiendo, abriendo paso a esta pieza musical.
No puedo dejar de pensar en los inicios de Jetrol Tull o Alice Cooper (rey de lo teatral). Este material, sin corte alguno donde una pieza va sobre otra. I Like Games, aparece con un sonido en el que habilita el paso a la danza, te invita a moverte al estilo campirano.
Entremos en materia de lo teatral, la parte del acto donde está el clímax de la obra, en la que el artista se luce. En esta ocasión, cada músico con su instrumento. El trabajo donde lo teatral del álbum, da un giro de un lado a otro, es un deleite. Es así como Shining Brightness, da apertura a un momento de jazz y blues, sonido donde los gritos o cantos eufóricos, quedan en el acto pasado.
Ser un músico multifacético, es una de sus mayores virtudes. Y para muestra The Blues And Messing Round, da un giro rotundo a la puesta en escena. Nos deja en claro el gran desarrollo de su ensamble musical, entre un sonido pasando a otro, pero sin perder el hilo, en un constante viaje sonoro psicodélico.
Su voz operística en gran estado, llega para casi el final, resultando Long Long Road. Me resulta difícil de creer cómo Brown aún sorprenda tanto, dejando de lado la edad, porque es un hecho que el rock da vida, él es claro ejemplo de ello. Unas líneas inmortales, que me dejan con una idea en la cabeza: salir del baño con las manos en alto y gritar "aleluya hermano".
Terminamos con la segunda parte de Once I Had Illisions. La parte que, dentro de nosotros, se unió a la puesta en escena, rompiendo la famosa cuarta pared. Reímos y nos ahogamos en el dulce sabor musical. El último acto, en el que el cierre del blues psicodélico, salpica el álbum.
Sobre los densos acordes de este material, llevado a un sonido progresivo original en 2022, con ajustes sutiles, saxofones chillones, flautas barrocas y una voz que va de aguardientosa a lo más melosa posible, es como "el señor del Fuego" vuelve.
Magnetic Eye Records / 2022
Comentarios
Publicar un comentario