No es común escuchar música del mundo -o world music- con una visión tan plena de cómo, cuándo y dónde enriquecer los sonidos; con qué instrumentos y en dónde se colocarán. Todo eso hace MUVA en Yum Cháak, su segundo álbum de estudio y con el cuál han sorprendido a propios y extraños.
Y lo digo en serio. ¿Cuántas agrupaciones has escuchado que hagan esto? Hay casos como Choc Quib Town que fusionan ritmos negros de distintas épocas y con los cuales se han hecho de un gran nombre en el mundo; pero en el caso de MUVA, hay una imperante necesidad de ofrecer un contenido más introspectivo, muy alejado de la música popular -o pop-, y mucho más pensado para ser escuchado y apreciado en festivales, donde se conjugan distintos públicos.
En Yum Cháak el tiempo se detiene. No hay pandemia, no hay calentamiento global, no existe la corrupción, guerras, hambruna, sobrepoblación, contaminación, tecnologías; ni siquiera este blog. En Yum Cháak hay un contacto constante con la naturaleza, con la fauna y flora que nos rodea; con el cielo, el sol; con tierra, aire, fuego y agua. Yum Cháak es una fotosíntesis, porque convierte la música en estados de ánimo, en conciencia, en espiritualidad y todo lo que carecemos desde que le dimos el control a la tecnología.
Un detalle que no puedes dejar pasar en este disco es la aportación de instrumentos del mundo en algunos temas. Desde la gaita escocesa (cortesía de Duncan Knight), el Djeli Ngoni de Mali (por Abdoukaye Kone); tambien de Malí viene el Djembe (grabado por Drissa Bagayogo); y el clarinete (aporte de Harel Shachal). Además de un híbrido de batería y percusiones, instrumentos de viento, pocas guitarra y una total ausencia de bajos. Todo eso en tan solo ocho canciones -eso sí, poderosas- que aportan en más del 1000% a la música del mundo, tal y como Chatrán González, la mente maestra de este proyecto, lo ha definido desde que concibió este proyecto
En cortes como Mandala, Tantum o Yateré hay sonidos eclécticos de diversas partes del mundo. Es difícil decir que esto suena a Bélgica, a Nueva Zelanda o Brasil, porque simplemente no se piensa así al momento componer. Es de puro feeling, mientras se compone van surgiendo las ideas que toman forma de acuerdo al conocimiento de los instrumentos. Esto no cualquiera lo hace.
Mientras que en casos como Taming Kelpies o Yéetel U Pixan Masada resultaron más envolventes, como cuando estás en un bosque y te vuelves uno con el lugar, escuchando todo lo que está alrededor y entendiendo de donde viene cada sonido. Pornsu parte, Nahuani y Teriya son temas que tienden a la introspección, ideales para meditar.
Como resultado, Yum Cháak termina por ser un álbum de cinematic world music, un término empleado por ellos mismos para explicar que en sus presentaciones, mientas reproducen los sonidos, hay visuales que muestran la naturaleza del mundo lista para ser admirada. Si escuchas te darás cuenta que los sonidos ahí están, que las fronteras son mentales y que el mundo es uno, sonando igual y al unísono.
Debo decir que tenía hoy un día bastante tenso y al leer y escuchar esta banda me cambio por completo la onda muchas gracias Iván por compartir y siempre tenernos al día con reseñas nuevas y sorprendentes. Un saludo para COSAS QUE NO VIENEN AL CASO...
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