Existe una abismal diferencia entre el Kendrick Lamar de su primer disco y éste. Su singular forma de rapear le ha abierto el camino a miles de seguidores que se hayan identificado en algún momento con él o con sus canciones, y estoy seguro que este álbum, por muy introspectivo que sea, también ofrece esa opción.
Y es que, cinco años de ausencia despues, el angelino regresa con un álbum más redondo e introspectivo que (posiblemente) no busque hablar de sexo, armas, drogas y las calles; sino del paso del tiempo, la vida, los amores actuales, entre otros. Por lo mismo, los ritmos negros están algo ausentes aquí, como para dar lugar a la palabra por encima de los sampleos y música reciente. Un acierto aquí.
Esta idea demuestra que Kendrick ya está más allá del discurso de matón, donde su ley es la misma que tenían en su momento Snoop Dogg, Tha Dogg Pound o Dr. Dre. Aquí, aunque posiblemente aún quede algo de esa etapa, las refiere más a manera de protesta, relatando la impotencia ante situaciones injustas en las cuales podrá estar o no de acuerdo, pero sabe que son parte de su realidad.
Como dije arriba, la ausencia discográfica no tuvo qué ver nada con los tiempos pandémicos, y a cambio, ofrece un espacio seguro para la reflexión, la catarsis y la celebración por la vida. Discursos hermosos en tiempos de heridas profundas, ya sean internas o externas. Ese nuevo estado mental en el cual Lamar ha estado inmerso se sobreentiende desde la portada, con la familia como pilar más importante y de unión, además de ser una excelente muestra de su presente, a diferencia de Kanye West donde impera la ostentosidad.
Además de la importante cantidad de temas que en conjunto dan 73 minutos, destacan los invitados para este disco. Desde Taylour Paige en We Cry Together hasta los increibles coros de Beth Gibbons en Mother I Sober; o de Summer Walker y Ghostface Killah en Purple Hearts a Kodak Black en Silent Hill; de Tanna Leone en la poderosa Mr. Morale a Sampha en Father Time; y de Blxst y Amanda Reifer en Die Hard a Baby Keem y Sam Dew en Savior. De igual forma sobresalen temas interpretados solo por Kendrick Lamar como Mirror, Worldwide Steppers, Crown y Rich Spirit.
Me agrada la.idea de que se tomara su tiempo para crear esta producción, un artista sabe cuando está listo su arte. Se percibe a un Lamar muy distinto, lejos del ambiente californiano en el que creció; ahora busca un lugar mejor. Y aunque el sonido es muy distinto a sus tres discos anteriores, prevalece la riqueza de ritmos, se nota que el rapero ya está en otro mood y está bien, no tenía por qué seguir igual toda la vida. Mr. Morale es el nuevo Kendrick.
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