Témpera - Elementos
2021 / Estudio Subte
La protesta en la música ya no está de moda en nuestros tiempos, ¿cierto? Es decir, cada vez hay menos artistas interesados en exponer ciertas problemáticas, como sucedía a finales de los 90 y principios del 2000. Parece que un día todos crecieron y se fueron a disfrutar de sus ganancias, su dinero, todo lo demás se fue al carajo. Probablemente no todo esté perdido: todavía hay artistas que sí hacen eco ante lo que está mal en el mundo.
Témpera, por ejemplo, es una banda de rock que deambula entre el progresivo y la psicodelia que desde Chile grita a los cuatro vientos del daño que le hemos hecho a nuestro planeta. Uno que, por cierto, estamos a nada de que sea irreversible.
Y saben que no exagero: el más reciente informe de medios ambiente de la ONU, hecho público en octubre de 2021 reveló que si no reducimos las emisiones actuales a la mitad, el mundo vivirá un peligroso aumento de la temperatura global de al menos 2,7°C en este siglo.
Definitivamente es para tomar cartas en el asunto. Témpera lo sabe y lo expresa en distintas canciones de su álbum Elementos.
Para esta banda chilena existe una profunda relación entre la naturaleza y los propios instintos humanos, y los representan en cada canción mediante una símbología mágica, es decir, las energías naturales (Tierra, Aire, Agua, Fuego) se enlazan con nuestros propios estados afectivos. En esencia, el disco fue inspirado en los cuatro elementos de la naturaleza
En cuanto al sonido, la banda lo denomina como rock al temple: cuando una obra está trabajada al temple, significa que las características principales de sus elementos sonoros tuvieron que ser modificadas para convertirlas en algo nuevo, y aquello es lo que sucedió con este disco: una maduración constante y sonante de sus canciones hasta lograr el equilibrio perfecto entre canciones y letras.
Así las cosas, Elementos suena al rock psicodélico y progresivo que en los 70 proliferaba, pero siendo honesto no es ni la mitad del sonido real de la banda, hay más influencias, todas muy variadas. Mientras que en cortes como Soñar Volar o Túnel me remiten totalmente a esa década, en otros momentos me suena al indie rock de principios de los 2000 en Gravedad, el sencillo Da Una Vuelta o el tema que abre el disco, Tierra; pero son Moscas y Fuego los que sin duda reúnen todas las piezas de esas épocas, logrando traer a la actualidad el sonido que mencioné al principio.
De esa forma, la protesta contra el estado del mundo, el calentamiento global, se cumple en cada track al expresar, tal vez para algunos de forma utópica, su deseo de lograr un cambio al crear conciencia. Y en verdad es de aplaudir la hazaña en tiempos en que pocos mantienen ese perfil contestatario en sus canciones.
Para disfrutar mejor este álbum es ideal ser uno con los cuatro elementos, así tendrás la apertura para escuchar una nueva propuesta. Lo mejor: es bastante digerible, no es denso ni nada parecido así que desde el inicio sentirás el confort de su sonido envolvente. Habrá qué seguirles la pista.
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