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Disco 183 Ely Guerra - Zion

Basta con cerrar los ojos y escuchar este disco para transportarte dentro de ti.

Día 183 de #EscucharUnDiscoDiario #PorqueLaMusicaImporta #366Discos
Ely Guerra - Zion
2019 / Homey Company



¿Cómo mides tu fuerza? ¿Cómo reconoces tus propias capacidades? Si tu respuesta es enfrentándote a tí mismo, bravo. Estás en lo correcto. Pero ¿cómo lo haces? ¿Cómo te revelas contra tu propia existencia para replantearte toda tu vida, todos tus principios? Ely Guerra lo hizo; llevó, no al cielo, al espacio, lo que todos conocemos como "exorcizar nuestros demonios" y se cuestionó a sí misma para poder entender esta nueva producción y entregarla con todo su amor.

Estoy hablando del más arriesgado, difícil y radical álbum de Ely en toda su carrera. Uno que incluso ella entiende así, pero es uno también donde la música es el santo grial para ella, y para lograr realizarla tuvo que hacer algo muy sencillo verse así misma, tener un momento de claridad. 

Hace años fui a un balneario con algunos amigos. Había una alberca de olas -la sensación del lugar-. Y sin importar cuánta gente había dentro nos metimos. Hasta el frente claro, éramos jóvenes e impertinentes. Nos establecimos en un lugar donde, después de unos minutos, súbitamente comenzaron a golpearnos las olas. La "marea" subió y ese lugar ya no era seguro. Hubo un momento en que ya no vi a mis amigos y yo busqué salir de ahí, pero había tanta gente que era complicado regresar por donde entré, así que nadé a un costado para impulsarme al estilo Michael Phelps y salir de ahí. Pero como carezco de la habilidad del nadador estadounidense, me quedé varado en la orilla. Las olas golpeaban mi cara tan seguido que no podía respirar. Una tras otra me inundaban y sentía que me ahogaba. Comence a ver todo negro. Pero dentro de todo este caos una pequeña parte de mi me indicó que me sumergiera para tomar impulso. Y con el poco aire que me quedaba lo hice. Y salí. Literalmente volví a nacer, porque tal vez estés pensando que pude haber hecho otra cosa, pero la realidad es que mis actos me llevaron a ese punto y fue la voz de la razón quien me sacó de ahí.

Así pienso que le pasó a Ely. Su carrera la ha llevado a un punto donde ha sabido privilegiar la música, dándole su lugar. Y en el correr de los años entendió que con cada producción llegaba a un punto del no retorno para partir de uno nuevo en el siguiente. Nosotros lo entendemos con una sola palabra, evolución. Pero ella sufre una revolución en cada proceso y así le pasó con este, con la diferencia de que a estas alturas cada vez había menos caminos para transitar y no retornar. Eso es Zion.

Zion supone también, un encuentro espiritual consigo misma, pero también para todo aquel que quiera entenderse a sí mismo -algo que tanta falta nos hace a los seres humanos- antes que al mundo. Y dicho encuentro lo hizo con el más grande y afortunado don que posee Ely: su voz. 

Como lo hiciera Björk en Medúlla, empleó la voz como único instrumento del disco, pero a diferencia de la islandesa, la Guerra la llevó a rincones espirituales e introspectivos con letras que más que canciones, son mensajes de un reencuentro personal de la forma en que mencioné en el primer párrafo. 

Para lograrlo tuvo qué abstraerse de sí misma, verse, reconocerse y enfrentarse. Luego de ese viaje introspectivo regresa una Ely Guerra distinta, más fuerte y segura que nunca. ¿Qué tanto la cambió que durante el proceso de esta producción prescindió de ayuda para intentar hacerlo por sí misma? 

Como dije, este disco está formado por mensajes, discursos, más que canciones. Porque además de prescindir de músicos e instrumentos, también lo hizo de las estructuras de composición. La espiritualidad radica en que en cada uno de esos mensajes pueden ser interpretados libremente por cada escucha, de acuerdo a su contexto.

Así, Zion, Mía Patria, Stronger, Grandes Esperanzas, Into The Desert o Harmonic te van a transportar al lugar que necesites para encontrar la paz deseada entre el gospel, cantos sopranos, mensajes y coros angelicales. Este disco incluye 9 canciones y no dura ni 40 minutos, pero basta con cerrar los ojos y escuchar para transportarte dentro de ti, entenderte y regresar renovado. 

Zion debería ser el discurso y Ely la mensajera de algo que bien conocemos pero poco practicamos, la evolución. Ahora esperaremos unos años más hasta que se cumpla el lustro para saber qué nuevo camino nos va a mostrar, porque lo cierto es que ella los descubre y nosotros la seguimos ciegamente. Pero está bien porque ella nos protege. Lo que siga será igual de grandioso.


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