Por: Iván Cigarroa
La verdad es que ni ganas tenía de escucharlo, ya sentía a Lenny Kravitz muy desfasado. Y es que su anterior álbum, Circus, no estaba tan bueno, y encima de todo, dejó pasar casi tres años para escuchar una nueva producción.
En aquellos años era más fácil crear éxitos, era una época en que los artistas de disqueras trasnacionales contaban con un A&R que enchulara las canciones. Pero ni así parecía que Lenny recuperara el lugar que tuvo cinco años antes.
Con ese contexto lanza 5, un disco donde los primeros sencillos apuntaban a otro estilo, sin las guitarras rudas, rockeras, que lo habían caracterizado y en su lugar se lanzaron puras baladas. Con una tras otra, el rockero era desplazado por el baladista, lo cual se notó en las ventas... que iban a la baja.
Y a mi me daba una flojera inmensa comprar el disco. ¿Para qué invertía mi dinero en un disco donde probablemente predominen las baladas? Si bien es cierto que son muy buenas, se extrañaban los riffs potentes. Lo mejor era dejar a Lenny en el olvido.
Hasta que lanzó Fly Away. A partir de ese sencillo el disco cobró un aire distinto, al escucharlo por primera vez encontré aquello que tanto buscaba, pero que el marketing de la disquera decidió guardar: el sonido rock de los 70. Ahí seguía, pero no estaba siendo promocionado.
Sencillo a sencillo, el disco es un trancazo. Incluye sus mejores baladas y por lo menos dos de sus rolas rockeras que no faltan en sus conciertos: Fly Away y American Woman.
Es uno de esos casos donde el marketing muestra otra cara, pero la esencia sigue ahí.
En cuanto a Lenny, sí se volvió baladista y después volvió a llamar la atención cuando se le rompió el pantalón.
Lenny Kravitz - 5
Virgin / 1998
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