Siempre buscamos
vivir de lo que nos gusta hacer. Por lo menos en México sabemos que eso no
siempre es posible, pero hacemos el intento. Todos tenemos ese lado oculto que
nos abre la posibilidad de imaginar qué es lo que haríamos si no estuviéramos
atados a la oficina por 9 o 10 horas de lunes a viernes. Y a veces los fines de
semana.
¿Cuántas
veces hemos escuchado aquella frase que los artistas mencionan al destacar lo
mucho que les fascina lo que hacen? “Queremos vivir de la música”. Ese eslogan
ha existido por generaciones, pero cuando hay una crisis económica parece que
esa idea queda a un lado y abre paso a lo que ese sector teme, pero
inevitablemente tiene que hacer para sobrevivir: trabajar en una empresa.
Así es, la
música también tiene su lado Godínez. Vivir de la música no es tan sencillo
como parece, hay que invertir en ella mucho tiempo, dinero y esfuerzo primero
para que, al tiempo, se vean los resultados. Y no siempre sucede. En este punto
no estoy diciendo nada nuevo bajo el sol.
Existen grupos
como Kinky, Zoé o Maldita Vecindad que han logrado superar la barrera del
Godinizmo y, efectivamente, viven de la música.
Pero quienes
aspiran llegar ahí tienen que cubrir un horario y realizar actividades que, si
bien se prepararon para ellas, su fuerte está en otro arte. Los casos se
cuentan por cientos.
Sin embargo,
dentro de ese amplio universo, hay un séquito que tiene un empleo que les
permite compaginar su gusto por la música, ya sea porque se dedican
precisamente a eso en alguna empresa o porque estudiaron alguna otra carrera.
Aquí sí, hay
casos para destacar, echen ojo:
Pascual Reyes, por ejemplo, vocalista de San Pascualito Rey, trabajó durante varios
años en Canal Once en el área de protools.
Cha!
Ex bajista de Fobia y hoy de Moderatto tiene un despacho de diseño llamado Hula Hula desde hace casi 20 años.
Siguiendo
con Fobia, su vocalista Leonardo De Lozanne compagina esa actividad con las de
conductor, actor y modelo.
¿Y
qué tal Alejandra Moreno Dulché? Ella es vocalista de Ruido Rosa y también modelo profesional.
O Héctor Barragán, quien fuera tecladista de Ágora y actualmente líder de
Supernova, es productor musical en TV Azteca.
También
está Ismael Frausto, director editorial del semanario Red Capital, entrenador
de perros, y, además, guitarrista de Hilo Negro.
Pati Peñaloza, quien, siendo la voz de Los Licuadoras, también se dedica al periodismo en el diario La Jornada desde hace tiempo.
¿Le
sigo? El mismísimo Güili Damage, además de ser el vocalista de Los Esquizitos,
es también el director editorial de la revista Marvin.
Un caso excepcional es el de Manuel Suárez, ex vocalista de Guillotina y hoy de Motor, quien desde 2016 es el director del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 2008.
Finalmente, pero no por eso menos importante, Camilo Lara, mejor conocido como Instituto Mexicano del Sonido, es también director de
la disquera independiente Casete.
Tan
solo menciono unos cuantos casos de artistas que disfrutan su trabajo, además
de la música. Y si bien tal vez no viven de ella, algo cierto es que tienen
tiempo para crear, componer, grabar y hasta salir de gira mientras cumplen con
ciertos horarios laborales.
Así
sí vale la pena tener doble salario Godín. ¿O no?
Sergio vocal de kerigma y Arturo baterista, son arquitectos ☺️
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